De la pasión por el arte rupestre nacen este conjunto de reproducciones, cada vez que me dejo llevar por la prehistoria.
Del mismo modo que muchos paleoartistas se dedican hoy a reproducir en esculturas casi reales a nuestros antepasados prehistóricos a partir de evidencias arqueológicas, otros nos enamoramos de las pinturas rupestres que nuestros ancestros dejaron en las paredes de cuevas y abrigos de todo el mundo. Y es tanta la pasión que nace de la observación constante, que algo en nuestro cerebro reptiliano, nos obliga a imitar esos trazos ocres y carbón en nuestros propios lienzos.
[huge_it_portfolio id=»6″]