Altamira, más que una cueva, más que un museo..

Altamira, más que una cueva, más que un museo..

Altamira está considerada como el inicio de la consideración del Arte Rupestre Mundial

En pleno corazón de Cantabria, Altamira se levanta como un referente de la prehistoria mundial. No en vano, el descubridor de las pinturas rupestres, Don Marcelino Sanz de Sautuola, fue un luchador empeñado el resto de sus días, en que este arte prehistórico fuese reconocido como tal. Nadie le hubiese podido asegurar, que hoy, las pinturas rupestres que un día su hija María descubrió en el techo de la cueva, mientras jugaba, se iban a convertir en el referente mundial por excelencia del arte rupestre. Pero aun así, no todo el mundo las conoce. Verdaderamente, a uno se las enseñan en el cole, en las clases de historia o de arte, pero no llega a interiorizar la importancia de estas representaciones no solo en Altamira, sino en el resto de cuevas y abrigos de España, como algo digno de respeto y admiración. Por ello, el turismo cultural y arqueológico en Cantabria, no solo en Altamira, sino en el resto de cuevas con arte rupestre, sigue siendo un referente y un ejemplo a seguir por el resto de comunidades autónomas que deseen proteger, difundir, poner en valor y comercializar visitas turísticas dedicadas a la visita de enclaves prehistóricos y sobre todo enclaves con arte rupestre.

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Altamira, con su museo y su neocueva, son más que eso. Quizás en Cantabria, donde los niños desde pequeños, ya realizan su visita a las cuevas o museos, no sea tan evidente, pero fuera de Cantabria, cuando uno quiere hablar de arte rupestre, irremediablemente pone como ejemplo la cueva de Altamira. Por ello, su visita, es imprescindible. Por todo el trabajo, por toda la dedicación de los profesionales y sobre todo, por la historia que guarda tras sus muros. Conocer Altamira, es comenzar a entender la prehistoria. Es una buena manera de aprender algo sobre la humanidad que nos precedió, pero al mismo tiempo, es una buena forma de volver a conectar con ese pasado olvidado, con el cosmos, con la naturaleza viva, con la importancia del sol, de la lluvia o de los refugios milenarios. Y es vivirlo todo en primera persona. Desconectarse de la rutina. Viajar a la prehistoria, es realizar un viaje en el tiempo, a veces sin moverse de casa, a veces aventurándose en las cuevas, aprendiendo de los profesionales o simplemente siendo conscientes de cómo fue la vida y el día a día del hombre que nos precedió. Y sobre todo tomando conciencia de que depende de todos nosotros conservarlo para nuestras generaciones futuras.

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