Sin duda, es para volver a visitar el arte rupestre de Albarracín, un lugar hermosísimo.
“Cada vez estoy más convencida que nuestros antepasados prehistóricos tenían una conexión especial con el entorno que les rodeaba y que lo elegían expresamente para realizar sus pinturas rupestres”
Un ejemplo de ello es el hermoso paraje de los pinares de Rodeno en Albarracín, Teruel.
Un universo mágico y único se esconde cuando uno se adentra en él y desciende por el mirador del cabrerizo hasta alcanzar los senderos serpenteantes que nos llevan a las primeras pinturas rupestres de este recorrido excepcional.
Toros, arqueros, caballos o cabras, son algunos de los ejemplos que podemos observar escondidos en diferentes abrigos de roca rojiza, casi violácea y que componen un paisaje único y excepcional.
Una de las primeras vistas que veremos al llegar al paraje natural de los pinares de Rodeno
Desde sus formas caprichosas, hasta las diferentes especies de árboles que las rodean, conforman como digo un lugar para soñar, para deleitarse y para sucumbir ante tanta belleza.
Existen diferentes rutas y todas se pueden realizar de una manera cómoda y sencilla. Los senderos están marcados e incluso encontramos algunos circulares y adaptados para disfrutar de algunas de las pinturas.
Otros, más escondidos, nos obligan a descender largas escalinatas y sumergirnos entre un follaje repleto de ocres, naranjas, verdes y marrones que conforman un entorno de fantasía que te atrapa y del que no quieres salir…
Otros, con sus grandes moles de piedra de diferentes formas, te invitan a abrazarte a ellas e intentas coronarlas.
Al final del recorrido, nos encontraremos con un mirador donde admirar el espectacular salto.
Sin duda el arte rupestre de Albarracín, no viene solo, atiende a un paisaje excepcional del que se rodea, que convierte la visita en una delicia que pocas veces podrás repetir…
Típicas formaciones rocosas, y bajo ellas un abrigo donde alberga arte rupestre.
Este arte levantino en su mayoría, se encuentra por desgracia bastante deteriorado, pero todavía podemos disfrutar de sus famosas pinturas en color “blanco” de algunos animales como los toros o una cabra en perfecta ejecución.
“También se localiza en este paraje otra famosa pintura que pudimos disfrutar: la del arquero casi tumbado y desnudo”
O la figura de un hermoso caballo que nos recuerda mucho a los representados en el arte paleolítico. Y es que, el arte levantino se caracteriza entre otras cosas por trazos muy perfectos, por un dibujo artístico profundo y delicado, realizado con gran maestría y lo que resulta más difícil de todo, sin errores, de una tirada.
Pero ni que decir tiene que las imágenes hablan por sí solas y un pedacito de mí, todavía sigue allí, cuando cierro los ojos, siento, que las ramas de los árboles me abrazan y entre las rocas el viento susurra mi nombre, algo, allí, me invita a volver…
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