El bosque de Ucieda, en pleno corazón de Cantabria es uno de los lugares más bonitos para recuperar la fantasía y volver a soñar.
Si verdaderamente soñamos alguna vez con un lugar mágico de verdad, donde los duendes, los gnomos o las hadas puedan habitar, ese es sin duda el Bosque de Ucieda, en Cantabria. El paraje, muy cerca de Cabezón de la Sal y San Vicente de la Barquera, es sin duda la morada de todos los seres mágicos que hallamos podido leer en nuestros cuentos infantiles. El sonido del agua, junto a la flauta mágica, que aquel día encontramos a orillas del río, o las yeguas al trote, que en libertad nos sorprendieron en medio de nuestra última travesía, se convirtieron en las protagonistas de mis relatos en aquella mañana de febrero. Donde las tímidas gotas de agua, dejaron de caer, para dar paso a los rayos de sol, que se colaban entre las hojas de los árboles más altos.
En nuestra lánguida travesía, pudimos disfrutar e imaginar que la vida en aquellos troncos húmedos de los árboles, repletos de musgo y pequeños insectos, la magia infantil no nos había abandonado del todo, no se nos había borrado por completo, y podíamos crear cuantos personajes imaginásemos.
El señor árbol, con su nariz aguileña nos hablaba con voz lenta y profunda, mientras pequeñas hadas juguetonas, conocidas en Cantabria como las Anjanas, merodeaban saltando de piedra en piedra por encima de las aguas cristalinas del río.
Un poco más arriba, un señor de ojos profundos y un gorro de lana rojo, nos regalaba una flauta prehistórica de hueso, y allí, sentados sobre una rama, pudimos entonar nuestra propia melodía junto a los pajarillos que nos acompañaban con sus gorgoteos divertidos. Al llegar un poco más arriba, un hermoso caballo negro, se aproximaba a saborear nuestro banquete, mientras elevaba su crin al viento y nos dejaba mudos y absolutamente fascinados. Pero todo esto y mucho más, sucedió, allí, en el interior de un bosque encantado. En el corazón de Ucieda. Donde la magia existe y se puede volver a soñar.