«Y en medio de un calor sofocante, un trueno nos sorprende. Una tormenta que se aproxima, mientras asombrados sentimos la fuerza de las piedras en un pasado lejano. Y nosotros allí, en medio de aquellas piedras, de aquellos ortostatos que nos susurran al oído, que aquel lugar es sagrado, que allí, habitan las almas de sus constructores… el silencio lo envuelve todo»
La prehistoria nos ha dejado lugares increíbles. Uno de ellos es el conocido como dolmen de Azután (Toledo). Tanto su localización como su acceso poseen ese componente un tanto enigmático, que nos obliga a buscarlo, a aproximarnos hasta él, a observarlo e introducirnos por su todavía existente corredor hasta llegar a la gran cámara sepulcral rodeada de grandes ortostatos como testigos de una edad que nos precedió…
Observando el paso de viajeros y transeúntes, el dolmen espera a un lado de la carretera, solitario y silencioso hasta ser descubierto por unos ojos curiosos…en ese momento, es imposible no parar y tratar de llegar hasta él…
Para acceder al dolmen hay que subir una pequeña rampa sin dificultad mayor.
Mientras nos dejamos acariciar por un sol de mediodía en el mes de agosto, las grandes losas de piedra que lo rodean, nos sirven de gratificantes sombras, mientras tratamos de disfrutar de su inmensidad y escuchamos el susurro de las piedras, el mensaje grabado en algún rincón de sus paredes.
[beautifulquote align=»full» cite=»»]Cazoletas, grabados, antropomorfos e incluso alguna pintura bañados por los reflejos dorados del paisaje que lo envuelve…[/beautifulquote]
6000 años nos separan de este majestuoso monumento megalítico cuyo uso funerario dejaron patentes algunas de las excavaciones realizadas en el interior, así como en los alrededores del mismo, mostrando así también la existencia de un hábitat infrayancente al túmulo dolménico.
Respeto y silencio en este lugar sagrado de la prehistoria, donde los restos funerarios, junto con los ajuares compuestos por cerámicas, industrias líticas y óseas e incluso elementos decorativos como cuentas de collar, dotan de vida a este espacio y le otorgan la importancia de otros tiempos.
La proximidad del curso del río en las proximidades, nos invita a imaginar un auténtico poblado neolítico, en el que el dolmen de Azután, es hoy su mayor testigo y nosotros, una vez más, hemos sido testigos de su misterio y espiritualidad en la soledad de una tarde de verano…
He aquí su ubicación:
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