Una visita excepcional, a la gran cueva de Rouffignac, acompañados de un guía excepcional, en la soledad de la gruta, allí estábamos los tres, acompañados por el traqueteo de un tren que avanza por enormes galerías, mientras las leves luces van iluminando los nidos de osos que abundaban por toda la cueva y la gran familia de mamuts repartida a lo largo de muchas de las paredes y techos de la misma, junto a rinocerontes, bisontes, cabras y curiosos caballos que nos miran sonrientes, «aquella cueva no podía estar más viva”
Vista general de la entrada a la cueva
Nidos de osos. Son numerosísimos los que se encuentran en esta cueva. Su diámetro va de 1,50 a 2,50 m.
Fuente Imagen: Marie-Odile y Jean Plassard. Visitar la Cueva de Rouffignac.
El Tour de la Prehistoria en la cueva de Rouffignac
Tal y como se describe, así fueron nuestras visitas a algunas de las cuevas más importantes de Francia…
No sabíamos si llegaríamos, el tiempo pegado en los talones, y conduciendo por aquellos caminos secundarios en el interior del Valle de Vézère en dirección a Perigourd, la cueva milenaria que tantas veces había escuchado, nos esperaba en la soledad de una calurosa tarde de verano. Llegamos en el momento justo, quedaba la última visita y parecía que íbamos a ser afortunados de poder entrar a solas…
Reconozco que una emoción invadió mis ojos al escuchar que llegábamos a tiempo, que aquella visita sería posible, pero no tenía ni idea de que lo que me esperaba en el interior iba a ser infinitamente mejor…
Si me tengo que quedar con una visita, sin duda es la visita a la cueva de Rouffignac; creo que se juntaron todos los elementos para que este momento se halla grabado en mi memoria para siempre, gracias a la profesionalidad, dedicación y cariño de un guía excepcional…
“Que suerte para nosotros, introducirnos en la gran caverna acompañados solamente de Frédéric Plassard, Dr. en Prehistoria y con un excelente trato y dedicación. Con su español y sus conocimientos nos hizo viajar a la prehistoria, explicándonos cada detalle, cada trazo, cada grabado y cada secreto de la Gran Cueva de Rouffignac y de su arte rupestre más hermoso, único y vivo, sobretodo, vivo”
Fuente Imagen: Marie-Odile y Jean Plassard. Visitar la Cueva de Rouffignac.
Cabeza del Patriarca. Los incisivos superiores crecen durante toda la vida del animal.
Fuente Imagen: Marie-Odile y Jean Plassard. Visitar la Cueva de Rouffignac.
Rouffignac, Santuario de Mamuts
La llaman el «santuario de los mamuts», y es que no es para menos, pues aunque existe la presencia de otros animales representados en sus paredes y techos, sin duda el anfitrión y señor es el Mamut por excelencia. Si en España no había tenido nunca la oportunidad de ver un mamut representado, en Francia me sacié, no solo viéndolos pintados y grabados, sino aprendiendo curiosidades sobre ellos, que el propio Frédéric, nos iba explicando, ya que precisamente su tesis doctoral había versado sobre ellos, sobre los mamuts…Y muchos detalles que aparecían representados en los grabados y pinturas de aquellos animales, resultaban ser ciertos en la vida cotidiana de los mamuts y concretamente en épocas de apareamiento, y nuestros antepasados lo sabían y lo dejaron representado en aquellas pinturas y grabados magdalenienses…
Fuente Imagen: Marie-Odile y Jean Plassard. Visitar la Cueva de Rouffignac.
“La visita era excepcional, medio en penumbra, iba respirando y absorbiendo cada detalle de aquella gran cueva como el que huele un perfume y no quiere dejar oler su fragancia, quiere impregnarse de ella y llevársela consigo. Así estaba yo, no quería dejar pasar ni un solo detalle, ni un solo momento, era una oportunidad única, excepcional, y no quería desaprovechar ni un segundo”
Y de repente, el caballo sonriente de la cueva de Rouffignac
En una de tantas veces que paramos a observar tranquilos, la viveza de aquellos animales, Frédéric, me miró con rostro divertido mientras alumbraba una de las paredes laterales con la linterna…
Ese color peculiar me era familiar, en la penumbra de la cueva, alguien reía divertido:
“Dios mío, era el caballo sonriente”
Caballo Rouffignac. Fuente Imagen: Postal Ediciones RENE. Dordogne.
Bajo aquella techumbre de sílex, asomaba una hermosa cabeza de caballo en negro, de perfil, que miraba sonriente, casi podría adivinarse la personalidad del autor de la pintura…
Pero todavía quedaba más, mucho más, mientras atravesábamos en tren aquellas largas galerías hasta llegar al final de la cueva, a 1 km de la entrada y en su origen con techo muy bajo, que casi obligó al autor o autores a pintar tumbados, estaba la colección más amplia de pinturas en negro de toda la cueva. De repente y al bajar del tren y caminar unos pasos, nos encontrábamos bajo la bóveda pintada de Rouffignac…
Bóveda de la Cueva de Rouffignac o Grand Plafond
Fuente Imagen: Marie-Odile y Jean Plassard. Visitar la Cueva de Rouffignac.
Maestría en los trazos, perfección, definición, emoción y silencio; Alargamos aquel momento todo lo que pudimos, Frederic seguía explicándonos cada detalle, mientras yo no dejaba de observar aquellos animales cuyo autor, jamás pudo verlos desde la perspectiva que yo los vi. Era enigmático e inquietante, un arte rupestre auténtico, en lo más hondo de la caverna, vivo y único…así fue nuestra visita a la cueva de Rouffignac…Viva y única.
Rinoceronte del friso. Fuente Imagen: Marie-Odile y Jean Plassard. Visitar la Cueva de Rouffignac.
El mamut más completo de la cueva. Ejecutada con un dedo y de trazo único desde la trompa hasta la pata posterior.
Fuente Imagen: Marie-Odile y Jean Plassard. Visitar la Cueva de Rouffignac.
© Viajes a la prehistoria
Las fotos del arte rupestre han sido tomadas del libro: Visitar la Cueva de Rouffignac de Marie-Odile y Jean Plassard.Editions Sud Ouest.2007.France.