ORANTE DEL PLA DE PETRACOS ¿A QUIEN ORA?

ORANTE DEL PLA DE PETRACOS ¿A QUIEN ORA?

El orante del Pla de Petracos en Alicante, es uno de los ejemplos más llamativos y característicos del Arte Rupestre Macroesquemático en España. Su color en rojo, su forma, sus grandes dimensiones y las posibles interpretaciones con respecto a su significado, hacen de él, una visita obligada en cuanto a lugares con arte rupestre prehistórico se refiere.

El “orante” o “los orantes” puesto que en realidad existen dos protagonistas en la famosa escena, se encuentra en medio de un conjunto de abrigos rupestres de pequeñas dimensiones, con otras tres representaciones macroesquemáticas no menos curiosas y sugerentes. Junto a ellos, podemos observar la gran boca de una cueva poco profunda y donde se habrían encontrado restos de habitación de estos grupos humanos durante las primeras fases del neolítico en el levante. Al otro lado, y debajo de una pared vertical, también podemos encontrar otro tipo de arte rupestre levantino, con un hermoso y pequeño ciervo herido por unas flechas,  posterior al macroesquemático, lo que significa que más de un grupo de humanos habitó en estas tierras…

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La visita al Santuario

La mañana soleada y las inmensas ganas de visitar nuevos lugares con arte rupestre nos llevaban esta mañana a viajar a la prehistoria de Alicante, con uno de los mayores exponentes de su prehistoria: “El Orante del Pla de Petracos”. Hacía ya más de cuatro años, que esta visita estaba anotada en mi agenda de obligados y hoy había llegado el día…

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Muy emocionada como digo, puesto que se trataba de un lugar y una representación rupestre muy importante para mí, bajé del coche y me quedé mirando asombrada el anhelado encuentro con este lugar tan especial.

Emprendimos el ascenso, que por otra parte se encuentra listo y preparado para las visitas, con las correspondientes verjas de protección y escaleras que nos permiten aproximarnos a los abrigos sin problemas.

La prisa me invadía. Hacía tanto tiempo que deseaba observar in situ aquellas pinturas, que la distancia no existía, mientras mis pasos me acercaban cada vez más a aquel ser tan especial.

El lugar, como digo, estaba dotado de verjas de protección y paneles indicativos que facilitan enormemente la localización y la visualización de las pinturas a todo el mundo, a pesar de encontrarnos a unos 20 metros de distancia de las mismas.

Y de repente, allí estaba él, “el orante”, que tantas veces había visto en las fotografías… Y allí estaba yo, sola, a sus pies, con la cabeza ligeramente inclinada hacia arriba…

orante pla de petracos

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De repente, realicé mi particular viaje a la prehistoria…

Un grupo de humanos como yo, ataviados con sus pieles, sus lámparas y sus instrumentos musicales se encontraba junto a mí, a los pies de aquel ser extraño, que levantaba sus brazos y abría sus dedos; la concavidad del abrigo, todavía hacía más evidente la figura, que se abalanzaba sobre nosotros con aquellos rayos amenazantes que rodeaban su cabeza y su cuerpo…Todos mirábamos hacia él y nos arrodillábamos en señal de adoración…

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Junto al orante, otros tres abrigos de pequeñas dimensiones mostraban otras representaciones rupestres del mismo color y tamaño, y por supuesto no menos curiosas e inquietantes: Formas sinuosas, líneas e incluso la presencia de dos humanos con una serie de puntos sobre su cabeza…

orante

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Las preguntas venían solas:

¿Qué vieron y vivieron aquellos grupos humanos, en aquel lugar, tan alejado, para representar en un lugar tan elegido y predilecto aquellas extrañas y desconcertantes figuras? ¿Quién era el orante, o mejor todavía, a quién oraba o adoraba el orante? Y ¿quiénes eran aquellos dos personajes con puntitos sobre sus cabezas circulares?

Alrededor, aquellas supuestas plantas a las que podrían rendir culto, pero ¿se trataba realmente de plantas o eran algo más?

Seguí caminando por aquel sendero trazado que me llevaba al interior de la cueva en la que ellos habitaron y se refugiaron, en la que también realizaron cultos, ritos o reuniones…

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Silenciosa, la gran boca se alzaba imponente sobre aquel lugar especial, sobre aquel Santuario de la Prehistoria, con sus techos recubiertos de negro hollín…

Me senté allí, sobre una de sus rocas ya lisa y resbaladiza, del contacto continuo de las personas en su ascenso al interior de la cueva, y unas notas musicales salieron de mi boca…

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Una frase se repetía una y otra vez en mi cabeza, clara, tan clara que solo pude tratar de reproducir su contenido…Allí, en el interior de la cueva, aquellos ecos de la prehistoria se me antojaban eternos y saliendo de una gran multitud que cantaba al unísono a la figura de aquel ser orante que nos miraba desde las alturas…

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Un grupo de excursionistas se aproximó a la cueva y volví a la realidad, pero me llevaba conmigo algo hermoso. Una vez más y después de un largo periodo de tiempo, había conseguido volver a conectar, sin buscarlo, con un lugar tan especial en la prehistoria, como era, en este caso, el Pla de Petracos a los pies del orante.

© Viajesalaprehistoria

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Viajes a la Prehistoria ha diseñado una camiseta de este enigmático Orante:

 

 

 

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