A la hora indicada y con cita reservada con antelación a la cueva de Ardales, viajes a la prehistoria se dirige al Museo y Centro de Interpretación de Ardales para un encuentro esperado. El mismo Pedro Cantalejo nos recibe con una sonrisa y un apretón de manos.
Junto al guía encargado de la visita a la cueva, Gerardo, esperamos a cuatro compañeros de ruta, que también visitarán la cueva con nosotros.
Mientras, aprovechamos para adquirir uno de los libros publicados sobre la prehistoria de Málaga, y le pedimos a Pedro que nos lo dedique, casi como un ritual, estamos con uno de los grandes y queremos llevarnos su impronta.
Libro que nos dedicó Pedro Cantalejo
Mientras ascendemos en coche, ya camino de la cueva, podemos observar unas vistas maravillosas del pueblo de Ardales y de su entorno. Maravillados, disfrutamos de este paseo hasta legar a la cumbre, donde nos aguarda la entrada, original, de la cueva.
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Llegada a la cueva de Ardales
Con forma de pirámide escalonada, la entrada actual, protege la cavidad original, el cono por el que recorrían nuestros antepasados la entrada a la cueva.
Tras salvar una gran escalinata y como bajando a un lugar muy especial, nos encontramos linternas en mano en el vestíbulo principal de una hermosa cueva, repleta de grandes formaciones estalagmíticas y sobre todo viva, húmeda y respirable.
En primera persona, disfrutamos de las excavaciones que se están llevando a cabo en el interior de la cueva y que están ofreciendo hallazgos muy importantes para el conocimiento de las sociedades de cazadores recolectores de la zona y de la fauna y flora del paleolítico superior.
Posteriormente, nos dirigimos a otra sala, en la que, atravesando un pequeño recoveco encontramos las pinturas, que por el momento, parecen ser las más antiguas de la cueva.
Agrupaciones de marcas de deditos parece ser de niños pequeños, puestos de tres en tres y de color rojo, nos avisan de algo. Ciertamente este es el final de la galería. La cueva ya no continúa más allá. ¿Significaría lo mismo en la prehistoria? ¿Ésta es la señal? No sabemos, pero desde luego, no es la primera cueva en la que junto antes de un gran salto o al final de la cavidad se encuentra arte rupestre, sobre todo relacionado con improntas de manos o dedos.
Fuente: http://recursosparaeldeporte.blogspot.com.es
Regresamos sobre nuestros pies, y somos conducidos por otro de los pasillos principales hasta uno de los lugares más especiales de la cavidad. Al menos así me lo pareció a mí.
Mirando hacia arriba, una escalera metálica nos separa de las conocidas como galerías superiores de la cueva. Este lugar, al cual dedicaremos un artículo especial, tiene mucho que decir todavía. Huesos, lámparas dispuestas alrededor y un pasadizo minúsculo para acceder allí. Parece que la muerte y los rituales funerarios estuvieron muy presentes en la cueva de Ardales durante la prehistoria.
Seguimos avanzando y por fín las vemos. Las manos sopladas en negro de la cueva de Ardales. Frente a nosotros y en un lugar bastante difícil, se encuentran las dos manos. Ambas mostrando la misma postura. Increíbles. Y muy cerca de ellas una cuerda paleolítica trenzada con fibras vegetales y petrificada y conservada sobre una estalagmita. Sorprendente, pues son pocas las que se conservan en el mundo y Ardales tiene una de ellas.
Fuente: www.ciliniana.org
La sala del Calvario
Desde luego no se a quién se le ocurrió este nombre tan “peculiar” pero doy fe de por qué se lo puso. A poca distancia de las manos, nos aventuramos por una tercera galería.
Allí comenzamos a ascender por unos escalones sobre el suelo original para poder disfrutar de la mayor colección de pinturas de la cueva.
Allí podemos encontrar la Venus, las ciervas y conforme vamos ascendiendo por un camino de “vértigo”, un pez grabado de grandes dimensiones nos sorprende en un gran bloque de grandes dimensiones y de difícil acceso. Si nos damos la vuelta, un caballo grabado se encuentra en el otro lado. Y si seguimos subiendo, la cueva nos ofrece una pared repleta de grabados y pinturas a modo de pizarra donde hubiesen garabateado en la prehistoria. Seguimos subiendo y más arriba, nos introducimos por un hueco, en el cual encontramos un sorprendente arte “en relieve” poco habitual en el arte rupestre. Es como si los antiguos, hubiesen intentado probar una nueva técnica, a base de mezclar diferentes materiales, hasta conseguir una pasta homogénea para ejecutar la figura de aquel animal.
Poco a poco y muy despacio, descendemos de aquel lugar increíble de la cueva. En el que directamente, la mente se desconecta. El tiempo desaparece y en mi caso, la altura importante que hemos salvado, se convierte en una pesadilla hasta que mis pies tocan suelo firme. Pero ha valido la pena. El apoyo recibido tanto del guía como de los compañeros, en los momentos de ascenso, me los llevo conmigo y convierten la experiencia en un recuerdo muy importante y que me hace pensar mucho en ¿Cómo salvaron nuestros antepasados aquellas alturas y lugares de difícil acceso y con qué finalidad pintaron en lugares tan complicados? No es la primera vez, que las galerías con mayor número de pinturas se encuentran lejos de las entradas o lugares más accesibles. Sino todo lo contrario. Pintar en lo más oscuro, lo más difícil, intrincado o lo más alto, sigue siendo habitual en el arte rupestre.
Lo más importante es ¿Por qué? y ¿Para qué?
© Viajes a la Prehistoria
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